En una esquina
un escrito rezaba asн:
"El ъltimo que salga, que apague la luz,
que no pueda nadie mirar, donde estб,
la ciudad de que le hablamos".
Entre las ruнnas
un viejo se queda allн;
con su gran dolor, sin una lбgrima mбs,
porque ya las ha llorado
en su corazуn ahogado.
"Yo de aquн no puedo irme",
nos decнa, "pues mis pies estбn
cansados y, ademбs,
esta tierra es nuestra tierra, mнrala.
El cerezo lo he plantado con mis manos
y en un mes, o dos , florecerб;
como un signo de esperanza renacerб".
Y, al seguir el paso de mil huellas,
se me encoge el corazуn porque
no puedo ver como se marchan
tantos amigos, tantos testigos
que callarбn.
Hasta las aves, cuando amanezca,
alzando el vuelo emigrarбn;
lejos de esta mala suerte,
de este invierno, de esta muerte
que otro frнo nos traerб.
Como se marchan todas las cosas,
las bellas esposas, como se marcharбn...
hacia dуnde їquiйn sabrб?,
їquй caminos andarбn? antes de poder parar.
Y sobre el muro
queda escrito aquello que dice asн:
"El ъltimo que salga que apague la luz
y, que nunca mire a sus espaldas;
que camine hasta encontrar
otro tiempo, otra esperanza
por la humanidad"
En una esquina.